La ermita se sitúa en pleno valle del Jiloca, sobre los restos de un desaparecido poblado medieval. La tradición cuenta que la Virgen surgió de las ruinas de la antigua aldea y en gratitud los vecinos construyeron la ermita con su nombre. Se trata de un edificio de dimensiones considerables, con tejado a dos aguas y varias dependencias para los romeros. Cada primer domingo de agosto se celebra una emotiva romería hasta la ermita.